19.2.06

Grata sorpresa


Soy básicamente una ratoncilla de biblioteca, leo todo lo que pasa por mis manos y muchas son las veces que me lamento de no disponer de más tiempo libre par sumergirme en otro de mis pequeños grandes placeres : la lectura.
La verdad es que el título de este libro me echaba un poco para atrás, debido básicamente a la palabra Dios escrita ya en su título (atea declarada), pero, recomendado por una compañera de trabajo y para qué negarlo, aprovechando que ha salido en promoción de una de tantas interminables colecciones de primeros de año, decidí comprarlo.
Leído en un día y medio, ha sido una grata sorpresa.
Mujer, sola, asqueada de su vida rutinaria y con el corazón destrozado. Así nos presenta la autora, Joan Brady, a la protagonista del libro, Christine. En ese punto de su vida se le aperece una versión contemporánea de Dios con flamante Harley incorporada. Adapta las necesidades vitales de Christine en forma de mandamientos y le ayuda a encontrarse a sí misma.
Lejos de ser un panfleto teológico, este libro realmente hace reflexionar. Reflexionar sobre cuanto nos rodea, que, viviendo tan deprisa como lo hacemos todos hoy día, se nos escapan los pequeños placeres de la vida, ese universo de pequeñas cosas que se nos olvida siempre aprender a disfrutar.
Me he sentido identificada con este libro. Sin que se me apareciese Dios montado en una Harley, aprendí hará cosa de año y medio a VIVIR en el amplio sentido de la palabra. Quien no haya aprendido todavía, leyendo este libro es una buena forma de dar el primer paso. Un primer paso para redescubrir lo que realmente merece la pena.
Sin lugar a dudas, lo recomiendo.

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